A&D Real Time: nuestra manera de interpretar el mundo

Mientras escuchaba la previa de un partido “importante”, uno de esos encuentros de fútbol que todos lo aficionados del mundo esperamos por meses, advertí en la Radio Marca de España una campaña publicitaria a la que mis amigos de Valencia llamarían “cojonuda”.  Luego de una publicidad cualquiera, de golpe se escuché mensajes de voz de oyentes de la radio, contestaban a la pregunta ¿cuál es el mejor invento de la historia?  Con respuestas de cajón como la cerveza, la moto, el mando a distancia, el teléfono móviles según los más jóvenes futboleros, y, un sorprendente “los libros”, la hilarante publicidad de la radio que terminaba concluyendo en que el mejor invento por supuesto era Radio Marca, despertó en mí la necesidad de reflexionar lo motivos que hace que alguien se decida a inventar, crear o apostar por algo nuevo, o innovar en cualquier campo…

Cuando quieres, o planteas, hacer algo nuevo, muchos te dicen: “estás loco”, “no lo vas a poder hacer”, incluso  un más contundente “lo que vas a hacer es una completa  y soberana mierda”.  Ahora, si decides dar ese paso, aún sabiendo que te arriesgas a quedar como un tonto con iniciativa o un chiflado, para no quedar como tal, si te aprecias y crees que tu reputación vale algo, debes argumentarte con la mayor suficiencia posible y, rodearte con los mejores, casi siempre otros locos como tú y otros cuerdos que te crean, para intentar dar ese nuevo paso con la solvencia que requiere el reto que asumiste. Debes tratar de hacerlo de la manera más eficiente y con todos los conocimientos necesarios para intentarlo. Innovar con sustento no te garantiza el éxito, pero sin duda, reduce las posibilidades de quedar en la estacada.

En el mundo laboral, la seguridad que nos proporciona un lugar en el mercado y en el mundo, la idea de un desarrollo profesional en un campo determinado, la “realización profesional” que se ha ido colando de a poco como uno de los máximos objetivos de los humanos del siglo XX y XXI, la presión social, la concepción de bienestar que tenemos en el occidentalismo, y, sobe cualquier otra cosa, la obligación básica de satisfacer las necesidad propias y de los nuestros, han hecho que sea poca la cantidad de personas que entienda que en el sistema económico mundial que impera en el tiempo que nos ha tocado vivir,   quienes acceden a una posición económica más holgada, son aquellos que han logrado trabajar para ellos mismos, esa gente que aprovechando sus conocimientos, han sabido sacarle rédito  a su  propio tiempo y esfuerzo, haciendo que otros trabajen para sacar su idea adelante.

Cuando das el paso y finalmente decides finalmente tratar de despejar la incógnita de si tu ida es una locura, una temeridad, una estupidez, un proyecto serio o genialidad, tus posibilidades se emparentarán mucho con lo bien o mal que lo hagas y, sobre todo, con la constancia y firmeza con la que trabajes para conseguir tu objetivo.

Romper barreras en lo laboral y productivo no es para todos. Es una experiencia intensa en la que la probabilidad de fracasar en el intento, merodea demasiado a menudo, te amenaza cual daga punzante esperando lastimarte, herirte de tal manera que tus sueños queden sepultados y no vuelvas nunca más a intentar algo que se salga de lo convencional. El fracaso en muchos casos, puede empujarte a la tranquilidad  y posibilidades que  pueden darte un puesto fijo en lo corporativo o lo público, con la seguridad de llegar a fin de mes con un monto fijo en tu cuenta.  Te llevará también que liquides ahí todo lo que alguna vez soñaste, a que esperes ahí cumplir tu sentencia, con la comodidad y bien hacer que significa trabajar para cuando ya no puedas hacerlo, con una jubilación garantizada, que te permita terminar tu vida con resignación y suficiencia, llevar tu vida con la menor cantidad de sobresaltos y sufrimientos posibles…  

Aquellos que están acostumbrados a los procesos científicos saben que para obtener resultados distintos es indispensable realizar procesos y utilizar variables diferentes, algo que traducido al canto del popular rapero domincano René de Calle 13 “si quieres cambios verdaderos, pues camina distinto”. El verdadero terror que yo he tenido en esta vida es el de no aprovechar el tiempo para hacer algo que valga la pena, no con un fin pretensioso de trascendencia universal, más bien con la humildad de una trascendencia cercana, que deje huella en los propios, más que en los extraños.

“Lo malo está en que nuestra admiración es improductiva y en que si nos dedicamos a revocar lo que se cae, a hacer la limpieza de lo que construyeron, seremos ridículos ante nuestros hijos”

Pablo Palacio

Así que la única posibilidad que he encontrado para combatir el terror de mis adentros, ha sido la acción. El tratar de nunca quedarme con las  ganas, de intentar cosas nuevas, asumiendo el error, nuevos retos, nuevos horizontes, sin vergüenza, haciendo cosas que me permitan ir dejando a los míos  esa sensación de que el mundo que nos tocó es un mundo en el que vale la pena vivir.

La vida me ha dado muchas oportunidades, me ha ofrecido la posibilidad de transitar por caminos heterogéneos en donde he coincidido con gente con la que he compartido sueños. Amigos y colegas que durante dos décadas hemos logrado mantenernos unidos, a pesar de la frialdad que la distancia física supone. Las quimeras conjuntas han sido el combustible que ha permitido que el ardor de aquellos viejos anhelos, no fallezca ante la posibilidad de que aquellos anhelos se diluyan. Somos, mi equipo completo de trabajo, parte de esa generación bisagra que tuvo la dicha de vivir los encantos del fin de la era analógica, tenemos también presente que tenemos la obligación y responsabilidad de construir respuestas distintas para las interrogantes y necesidades que exige la era digital.

Mi proceso como innovador viene de algunos años atrás. En el camino he fracasado, he perdido dinero de manera insólita, he tocado fondo varias veces, he conocido a las personas en las malas, en las peores pude identificar a mis verdaderos amigos y a quienes nunca me soltarán la mano. He tropezado y me he vuelto a levantar mil veces y soy consciente que tendré que hacerlo mil más. He pagado caro el precio a los errores de bulto,  he conocido el valor de la lealtad y el dolor de la deslealtad, pero por sobre cualquier otra cosa, he podido llegar a conclusiones a través de experiencias propias. También he aprendido de otras maneras, aprendiendo a cerrar la boca y escuchar, a hablar cuando hay que hacerlo, a investigar y a recurrir a todas las fuentes del conocimiento que hoy más que nunca parecen inagotables.

Cuando en 2014, gracias al apoyo del Banco de Loja, arrancamos con el medio digital Golazo.online en 2014, junto a Paúl Peñaherrera Cevallos y Santiago Padrón Romero, soñábamos primero en construir una narrativa que nos permitiera contar el fútbol de una manera pasional pero literaria, queríamos que se refleje en nuestra narración  y el estilo de nuestros colaboradores, esa manera de entender la vida y el fútbol de cada cronista, analistas, narrador o poeta.

Creíamos entonces que ese Golazo sería capaz de darnos de comer, de convertirnos en hombres libres, capaces de ganarnos el pan haciendo algo de lo que disfrutamos como niños. Lo logramos a medias, fuimos felices escribiendo y produciendo contenidos, ofreciéndole el espacio a muchos amigos con necesidades expresiva. Hicimos muchos amigos y enemigos, contactos interesantes, fuentes indispensables. Logramos disfrutar del camino. Pero el pan hubo que seguírselo ganando ejerciendo otras labores porque la idea de ser libres y vivir del periodismo sin ataduras, resultó una idea más utópica  que la idea misma de la objetividad.

Nuestra idea de apostar por nuevas narrativas quedó manifiesta eso sí. Esa intención de narrar de una manera distinta, digital pero sin perder el alma y las sensaciones que proyectaba lo analógico, quedó instaurada y fue la constante que nos permitió seguir trabajando para hacer realidad nuestro sueño.

La vida continuó, me tuve que seguir buscando la vida como docente e investigador, continuamos con Golazo llevando la investigación sobre fútbol al ámbito académico, aprendiendo más que enseñando. En un momento de mi vida regresé a ver y vi que ya no estaba solo, con una familia e hijas por criar decidí volverme al otro lado del charco, para seguir con una vida que había dejado en pausa para irme a buscar conocimiento de la vida y de mí mismo.

Al retorno a tierras valencianas, la Cátedra de Innovación de la Universidad Politécnica de Valencia-Campus de Gandía, con Pepe Marín Roig a la cabeza y su gran equipo de trabajo, nos acogió a Zeina, mi compañera de vida y de proyectos laborales, y a mí, nos apoyó tanto en el desarrollo de la Startup de Educación e Innovación Ambiental que creamos (Taronja TICs), me permitió acercarme hacia artistas de la comarca de La Safor para conocer su idea y procesos de innovación en sus obras y su trayectoria, en la serie de reportajes multimedia Creativ@s; además nos dio el soporte y aval para proponer nuevas ideas, arropados por gente como Pepe, que es capaz de entender y canalizar la locura y guiarla hacia convertirla en innovación empresarial.

En el l tiempo del encierro pandémico estuvimos jugando junto a Santiago Padrón, Paúl Peñaherrera y Marcia Villafuerte, otra comunicadora, compañera de aulas y principalmente amiga, produciendo programas de Facebook Live para entretener un poco a nuestra gente, y, todo hay que decirlo, entretenernos a nosotros mismos. De allí surgió la idea de participar en una convocatoria de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación del Ecuador (SENESCYT) con un proyecto de participación ciudadana digital.

Aplicamos a la convocatoria, no calificamos, fracasamos una vez más. Sin embargo junto a Santiago, Marcia y Paúl, aprendimos sobre proceso y estudiamos la evaluación que tuvimos de nuestra propuesta. A partir de ahí decidimos participar en una nueva convocatoria pública. Sumamos expertos en los campos que consideramos indispensables. Se incorporó Zeina Halasa como encargada de la gestión financiera del proyecto; María José Mesías, como productora creativa; Pascual García Macías, como investigador del ámbito social y económico; Ricardo Proaño Oliva, como productor musical; y creamos la productora de digitalización y animación A&D Real Time, calificada como uno de los proyectos ganadores del Fondo Emprende Ecuador Productivo INNOVACyT 2020, productora con la que planteamos el desarrollo servicios y productos de animación/cinemática con calidad suficiente para ser comercializadas en el ámbito internacional; y un catálogo de digitalización para diversos ámbitos del mercado ecuatoriano y español.

En la actualidad A&D Real Time es una empresa en etapa de desarrollo e inversión, que en marzo de 2022 saldrá al mercado con productos que permiten utilizar narrativas audiovisuales y digitales que se adaptan a la era digital. También es la posibilidad de hacer que nuestros sueños se concreten con la producción de la serie animada La Esférica, una producción concebida para ser comercializada en el mercado internacional audiovisual.

Esta empresa es además nuestra manera de asumir el reto de comunicar y construir nuevas narrativas en un mundo con rezagos de ese romántico mundo analógico por el que transitaron nuestros ancestros, al que vemos con saudade como se va quedando atrás, asimismo, es ese nuevo paso con el que pretendemos interpretar las nuevas posibilidades y necesidades que exige el mundo digital en el que vivimos y en el que habitarán nuestros descendientes.

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