La precisión del poeta permite entender lo que es “vivir el paraíso en la mirada“.
Altea (Alicante) no solo es uno de las poblaciones mediterráneas más preciosas de toda la costa del Levante Mediterráneo, es un pueblo balcón de casas blancas adornadas con detalles azules, que nos deja recorrer sus calles empedradas que apacibles y orgullosas nos recuerdan que por ahí han pasado muchas civilizaciones: íberos, griegos, fenicios, romanos y musulmanes, dejado huellas e influencias que se palpan en cada paso del pueblo antiguo y en la deliciosa variedad de turquesas, celestes, azules y grises que nos regala la mar.











Un castillo marino y en el cielo
un oasis de luz.
El mar es un espejo en la bahía blanca
como los senos de una diosa.
Se oye el murmullo de las barcas,
la tenue melodía de las olas.
Y la mirada vive un paraíso.
La olla de Altea – Juan Antonio Masoliver Ródenas









