Luego de 40 días de encierro casi total, con las excepciones de salir a hacer compras en un supermercado cercano a nuestra residencia y para atender una emergencia médica, acatando las medidas del gobierno central de España, salimos a la calle con nuestras dos pequeñas crías Salma (3 años y medio) y Martina (1 año y medio). Fue todo un acontecimiento la primera hora de libertad condicionada que se nos otorgó a padres y madres con hijos de hasta 14 años. Salimos ávidos de aire, de colores, de luz, y con algo de vergüenza con aquellas personas que no han tenido el privilegio de salir. Nos dimos un buen bocado de primavera en los alrededores de Villalonga, el pueblo del que somos parte y en donde crecen nuestras curiosas chiquillas.
Además del banquete de los colores, del aire, del olor y el calor de un día soleado de primavera, encontramos en la mirada de cada padre y madre que nos cruzamos la felicidad de volver a respirar aire puro, aunque sea con mascarilla y, claro, nos hallamos también con el común respeto a esa nueva distancia, que parece será, en adelante y durante bastante tiempo, la nueva normalidad que estará en vigencia hasta que la pandemia diga basta.
La hora permitida para ir y volver a no más de 1 kilómetro de distancia de nuestra residencia, nos sirvió para que llegar al río Serpis, en donde le dimos a nuestros sentidos un refrescante baño de naturaleza.
El día previo
Salimoooooos!!!
Adiós selva de cemento…
La frescura del río Serpis
Piedras, agua y permiso para mojarse
El retorno glorioso
Pedro Camilo Monteros 