El máximo crack futbolístico brasileño de mi niñez fue Zico, el “Pelé Blanco” le llamaban. Siempre quise su camiseta, aún la quiero. Soñaba tener la 10 de Flamengo y de la selección verdeamarela, para jugar con esa. Pensaba, iluso e ingenuo, que jugando con la camiseta de Zico se me pegaría un poco de la categoría para pegarle a la pelota y que jugando con la 10 del Rubro-Negro, podría ejecutar lo tiros libres con la maestría de Arthur Antunes Coimbra.
La camiseta del Fla me sigue pareciendo una de las más hermosas del mundo, la combinación de colores y la disposición de las franjas horizontales rojas y negras, inspiradas en los colores del Jockey Club de Río de Janeiro, combinan a la perfección, a eso sumarle el escudo simple y con las letras CRF que recuerdan que este club tuvo su origen en la práctica de otro deporte: las regatas; con una sola estrella que simboliza el título intercontinental y mundial que ostenta, a la que el próximo sábado 23 de noviembre se le puede agregar en Lima otra estrella que la acompañe.
Esta camiseta es de mi amigo Paúl, el modelo es de la marca brasileña Olimpikus, se la regaló en 2009 su compadre carioca Paulo Dutra, cuando ambos vivían en West Lafayette, Indiana (USA), “Hectáreas de maíz y blancos parientes de Trump, el Apocalipsis para un negro y un latino…” lo definió Paúl.
-¿Qué historia tiene la camiseta?- le pregunté a Paúl, -Creó una hermandad con el Paulo, lo nombré padrino de mi hijo al que también le compró la camiseta del Flamengo, es más, fue la primera camiseta que usó mi hijo Paulo”- contestó.

Yo también tuve las camisetas que siempre quise, me las compré en una pequeña tienda en Manaos, la del Fla era una camiseta sin mangas con el 8 y el nombre de Wagner Love, y la de Zico la verdeamarela con el escudo y la firma de uno de los genios del fútbol que más admiré en mi niñez.

