Ví de reojo todos los partidos de la selección española en el mundial de basquet que se jugó en China. En muchos juegos fue por abajo en el marcador por varios minutos y en todos los partidos al final, sufriendo, se salió con la suya. Puso mucha garra, conocimiento y compitió con mucha pasión, siempre dejando lo mejor hasta el último instante. Al final tuvo justa recompensa, el esfuerzo de todo el equipo le permitieron gritar campeón.
Vi el partido de Argentina en cuartos de final contra Serbia, vi a un grupo de magos del balón naranja entregados al equipo, al grupo, al objetivo común. Vi pasión en cada jugada de ese partido, vi una Argentina en la que cada intérprete entendía que la única posibilidad para superar ese escollo de gigantes hábiles serbios, era que cada instante del juego fuese considerado el último de la vida de cada jugador.
Me atrevo a aseverar que es muy difícil y ciertas veces imposible enseñar a tener pasión por algo. Es bastante más sencillo contagiarla. La pasión se sustenta en el convencimiento del intérprete, en el saberse capaz de superar obstáculos y tiempos difíciles, en disfrutar en la ejecución, en creer, en conseguir un objetivo superando dificultades.
Cuando España supo remontar el marcador en la semifinal contra Australia, luego de ir abajo todo el partido y de sentirse inferior en lo físico y en lo técnico, la guía magistral en la táctica y estrategia de su entrenador Sergio Scariolo, su pasión por el juego y la de sus jugadores Ricky Rubio, Marc Gasol y compañía, su fortaleza mental para llevar el partido a la prórroga cuando perdían por 8 puntos con dos minutos por jugar, me recordaron que las ganas y la experiencia te pueden ayudar y mucho a mejorar tu propia suerte. Al fin de cuentas las suerte parece ser esas variables incontrolables que ni ni con esfuerzo y sacrificio podemos gobernar, pero sí es posible con trabajo achicar el margen de su influencia.
Especialistas en etimología coinciden en que el sustantivo femenino pasión proviene del latín passio, passionis, derivado de pati, que significa ‘sufrir, aguantar’, además es la familia etimológica del verbo padecer, en el sentido de sufrir, tolerar, aguantar, tolerar, resistir o enfermar. Aunque en la actualidad podemos entender la pasión como la apetencia de algo o alguna afición de manera impetuosa o vehemente, volviendo al origen de las palabras podemos entender con mayor profundidad los conceptos.
Le preguntaron a Sergio la «Oveja» Hernández, el entrenador argentino, en la rueda de prensa posterior a la semifinal en la que Argentina consiguió su clasificación a la final, cómo podía Luis Scola estar tan concentrado y a tan alto nivel físico y mental a sus 39 años. El entrenador, con su rostro inundado en admiración, contó que 14 semanas antes de los juegos Panamericanos que clasifican al mundial, el ala-pívot se había encerrado en su casa a prepararse con un especialista en entrenamiento físico y un entrenador de basquet para llegar al 100% al torneo que clasifica al mundial, y por supuesto, 10 puntos a su quinta participación en un campeonato mundial de basquetbol de la FIBA. «Por eso puede seguir jugando, porque él es así, es su forma de entender el basquet, es su forma de entender la vida» cerraba. Pura pasión.
Ricky Rubio, tal vez el jugador más destacado de la selección española, la selección que se impuso con contundencia en la final, tras el partido declaraba satisfecho y rescataba la lección de basquetbol y fe que dio su equipo al mundo del basquet. ¿Qué lección? Tal vez hable de la conjetura de Albert Camus: «Todos los grandes hechos y todos los grandes pensamientos tienen un comienzo ridículo», quizás se refiera a la sugerencia de Alfred Hitchcock: «Hay algo más importante que la lógica: es la imaginación», o es muy posible que se refiera sin quererlo a la repetida sentencia de Nelson Mandela: «Todo parece imposible hasta que se hace».
En mi caso, modestamente y con todos mis defectos, limitaciones y errores, intento ser un ser humano que le pone pasión, es decir fuego e intensidad, corazón, alma y vida, a cada mínima acción que realizo. Me gusta la vida como jugaron España y Argentina el mundial de básquet, creyendo en uno mismo, disfrutando y sabiendo sufrir cuando toca, usando las lagrimas cuando valga la pena, haciendo más de lo que está al alcance de uno para conseguir lo objetivos, creyendo, caminando, tropezando, superando obstáculos, creando, viviendo, dejando huella…