LA FOTO: El auto del papá de Mafalda

La frase de «los autos de antes duraban toda la vida», más que un cliché, parece ser una verdad rotunda.

El último auto que tuve, un Hyundai Tucson de 2005, aunque estaba en perfecto estado y apenas tenía recorridos 120.000 KM, tuve que venderlo a la baja porque si aparecía un interesado me decía: «ya tiene más de 10 años», lo cual me hacía sentir que prácticamente andaba en una carcacha.

Hoy salí a la calle y en mi pueblo, un señor estacionó frente a la panadería su Citröen 2CV, que seguro tiene más de 50 años, circulaba decente y altivo, cumpliendo con su misión de vehículo.

Indefectiblemente me puse a pensar en la Obsolesencia Pogramada y como somos la parte estúpida, el consumidor, de una sociedad de usar y tirar.

El Citroën 2CV según la revista mexicana 4ruedas.com, es un coche creado en 1934, bajo el mandato del nuevo director general de Citroën, Pierre-Jules Boulanger, dando continuidad a la idea nacida de André Citroën de crear un auto utilitario de época.

El “auto pequeño” (el TPV (Toute Petite Voiture), denominado de esta manera por la firma francesa), tenía la capacidad de transportar a cuatro personas y un peso de 50 kg de carga, impulsado por un motor de dos cilindros y refrigeración por agua; generaba 2 caballos de vapor, debido a esto el nombre del auto, y lograba una velocidad máxima de 60 km / h.

Era el auto de la clase media argentina de la década de los 60. El papá de Mafalda se lo compró a plazos, era su primer auto, su mimado y sobre todo, aún no estaba pagado, por lo que junto a las preguntas de Mafalda, lo hacían tener bastante Nervocalm en su mesita de noche.