Más allá de que el Gremio terminó consagrándose con justicia como campeón de la Recopa Sudamericana 2018, el principal protagonista de la serie no fueron ni Renato Portalupi, ni Ariel Holan, los entrenadores de moda en Brasil y Argentina respectivamente; tampoco fueron los ya famosos Arthur, ni Luán, en torno a quienes se habla de millonarios traspasos a equipos de la élite europea; tampoco fueron las atajadas del uruguayo Martín Campaña, ni la proyección del incisivo Meza a quien supuestamente lo sigue Sampaoli para llevarlo a la absoluta albiceleste, ni fue ver si el ecuatoriano Fernando Gaibor puede dar la talla y lucir con dignidad una camiseta tan pesada como la 10 de Independiente de Avellaneda. El principal protagonista de los cerca de 220 minutos que se jugaron en la serie, fue la aplicación del discutido VAR. Apartando a procuradores apasionados y feroces detractores que combaten para imponer su tesitura para que esta se torne dominante en la esfera de la opinión pública futbolera mundial, refiriéndonos a lo puramente lúdico, al espectáculo futbolístico como tal, está claro que su implementación está en ciernes y que por lógica los errores son parte del proceso, lo cual no quita que su uso nos esté dejando un sabor amargo sobre la mutación que está sufriendo el “Rey de los deportes”, en el que la búsqueda de justicia en las decisiones arbitrales hace parecer que a ratos se puede extraviar la esencia de un deporte en el que la imperfección humana formaba y seguirá formando parte del resultado final.
Aprender de quienes saben o tienen experiencia suele ser uno de los caminos más efectivos para conseguir un objetivo. Es así que el referente indiscutido en ese aspecto es Estados Unidos de América, el país que parió el show bussines, en el que sus deportes conviven ya desde hace muchos años con el uso de la tecnología para determinar fallos. Sería bueno mirar hacia el norte y estudiar su experiencia, teniendo en claro eso sí, que el fútbol es un deporte que tiene una dinámica propia y que la continuidad del juego resulta vital para su razón de ser como juego.
Los constantes fallos arbitrales en ligas y torneos de interés global plantearon la necesidad de incluir el uso de tecnología para revisar ciertas instancias polémicas que resultaban determinantes en un partido. Sin embargo, aún no está claro cuándo, cómo y quién está en facultad de solicitar el uso del VAR.
Refiriéndonos al cuándo, hablamos que hasta ahora el uso ha sido discrecional y se ha aplicado en los momentos que al departamento del VAR o al árbitro, eso tampoco está claro, les ha parecido adecuado aplicarlo. Cuando ellos han decidido que no es necesario, han dejado pasar las jugadas considerando que no era preciso aplicar la tecnología y punto. Pregúntenle al Muñeco Gallardo, técnico de River argentino, si ha logrado entender por qué en la semifinal de la pasada Copa Libertadores, sí se utilizó en el partido de vuelta para sancionar un penal en favor de Lanús, que ejercía la localía, y luego no se utilizó para sancionar una clara mano dentro del área de un defensor local que pudo haber supuesto la sentencia de la eliminatoria en favor del equipo de la banda. Repito, el uso hasta ahora ha sido discrecional y se ha usado cuando los señores sentados en la oficina o al juez, por presión de los jugadores y el entorno, han considerado que era oportuno usarla.
Del cúando se usa, surge otra pregunta concatenada: ¿Quién decide su uso? En el fútbol americano son los coachs (entrenadores) quienes tienen la potestad de solicitar su uso en jugadas que necesitan aclaración, si se pide y resulta que con la tecnología se ratifica lo que sancionaron los árbitros, los solicitantes quedan suspendidos de poder pedirlo en futuras jugadas. En el tenis son los jugadores los que piden revisión de jugadas, pero no son los árbitros, algo que si está pasando en el fútbol ¿Quién pide la revisión en el VAR? ¿lo piden los capitanes dentro de la cancha? ¿lo piden los entrenadores a los árbitros auxiliares? ¿lo piden el árbitro central y los jueces de línea por presión de los jugadores en la cancha? ¿lo piden los directivos desde el palco? o ¿son simplemente los técnicos del VAR los que le indican al juez central que se debe revisar tal o cual jugada? Con lo cual si antes había duda sobre las decisiones arbitrales y la injerencia dirigencial sobre estas, con la introducción de la tecnología las dudas sobre esta supuesta injerencia se multiplican, ya que ahora existe la posibilidad directa que desde los palcos o desde los despachos dirigenciales, se puedan tomar decisiones que antes eran absoluta competencia de los jueces que jugaban su partido dentro del terreno de juego. Todavía no está claro quién fue el responsable de usar el VAR en la jugada que supuso la expulsión de Gigliotti por un condazo en el primer partido, jugada que condicionó el trámite del encuentro que se jugó en Avellaneda.
Finalmente hay que preguntarse cómo se toman las decisiones, con que rasero y con qué elementos de juicio. Con el VAR se puede tener muchas repeticiones, muchos ángulos, muchas velocidades, pero todo ese menú de posibilidades no incorpora el tiempo y la velocidad real, más los atenuantes y el contexto que tiene cada uno de los lances de un cotejo futbolístico. La cámara lenta es engañosa y muestra detalles que no corresponden a la realidad interpretada, en un principio parece ofrecer una mayor objetividad en la lectura, pero comprendiendo algo de semiótica de la imagen, rápidamente nos daremos cuenta que se trata de un cuadro subjetivo que deja de lado muchos otros elementos de juicio que el árbitro si tiene que tener en cuenta como son la ubicación del juez, la intencionalidad de los jugadores, el caprichoso andar del balón, el viento, el estado del terreno de juego, el entorno de la jugada puntual, entre otros. En la segunda final de la Recopa, jugada en la Arena do Gremio, la expulsión del vasco/venezolano Amorebieta dejó nuevamente un sabor feo en el paladar futbolístico. Leyendo la cámara lenta y tras la muestra pública de Luán de las heridas causadas en su dorso por el defensor, se podría hablar de una roja justificada para el defensor; no obstante, viendo en vivo la jugada y tomando en cuenta el nervio que requería el partido y el impulso natural de un defensor que despeja con alma y vida una pelota que se acerca a su área, podría recurrirse a lo que los antiguos siempre llamaron «un simple lance del juego», una consecuencia natural de quien se emplea con vehemencia, más no con premeditación o alevosía, como finalmente se juzgó mediante uso de VAR y terminó con el ex Atletic de Bilbao tempranamente en las duchas y con un espectáculo en el que tanto jugadores, árbitros, entrenadores, directivos y aficionados, sentimos que estamos ante un espectáculo condicionado que puede ir camino a estar condenado.
“Bang bang, he shot me down” (bang bang, él me disparó) dice la canción de David Guetta, parafraseándola podemos decir sobre el uso de la tecnología en el fútbol: “VAR VAR VAR you shot me down!!! (VAR VAR VAR tu me estás hiriendo!!!).